Masterclass
PESADILLAS

MASTERCLASS

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Durante mi estancia en España, tuve el privilegio de conocer a un Maestro de artes marciales excepcional. Durante varios años, inicié un viaje de aprendizaje que transformó mi vida por completo. Desde hace mucho tiempo, había anhelado adentrarme en el mundo de las artes marciales, pude participar en varias Masterclass junto a mi Maestro.

No solo aprendí técnicas y habilidades físicas, sino que también descubrí una pasión ardiente dentro de mí. Competir en combates cuerpo a cuerpo me permitió sentir una increíble descarga de adrenalina, una emoción indescriptible que solo se experimenta en ese tipo de situaciones. Fue una montaña rusa de emociones, una mezcla de miedo, determinación y euforia que me impulsó a superar mis propios límites una y otra vez.

Sin embargo, más allá de ser un Maestro, este hombre se convirtió en un verdadero amigo. Nuestras conversaciones trascendían el ámbito de las artes marciales y exploraban temas tan profundos como nuestras respectivas culturas y las experiencias universales que todos compartimos. A través de sus enseñanzas y amistad, aprendí lecciones valiosas sobre la importancia de la disciplina y la perseverancia. Gracias al Maestro, que me brindó la oportunidad de participar en diversas competiciones en distintos rincones de España. Cada vez que me enfrentaba a un desafío, era un orgullo ver cómo mis logros eran destacados en las notas de prensa que informaban sobre los resultados de los estudiantes en los campeonatos. Ser mencionado en aquellos textos era un verdadero honor, un reconocimiento que me llenaba de satisfacción y motivación para seguir superándome en mi disciplina.

Una noche, fui atrapado en una pesadilla que parecía más una advertencia. En ese mundo onírico, el protagonista indiscutible era el Maestro. Pero aquí, la historia tomó un giro inesperado. Me encontré inmerso en una emocionante Masterclass en el extranjero, rodeado de caras familiares con las que había compartido entrenamientos en algún momento. Sin embargo, lo que hizo que este evento fuera verdaderamente especial fue la presencia de participantes de todas partes del mundo, ávidos de absorber la sabiduría de nuestro Maestro.

En esa atmósfera cargada de energía, los límites geográficos y culturales desaparecieron por completo. Cada uno de nosotros estaba allí, unidos por nuestra pasión común por las artes marciales y el deseo de aprender de un Maestro venerado.

El evento se desarrolló según lo planeado. Como era costumbre en este tipo de ocasiones, todos los asistentes rendimos un saludo respetuoso al Maestro para mostrar nuestra gratitud y reconocimiento. Después, nos enfocamos completamente en la parte práctica de la clase.

El primer paso fue realizar un calentamiento vigoroso para preparar nuestros cuerpos y mentes para el desafío que nos esperaba. Cada movimiento, cada estiramiento, nos conectaba con nuestras propias fortalezas y nos recordaba la importancia de cuidar y respetar nuestros templos físicos.

Luego, llegó el momento de las técnicas de combate. Con una mezcla de concentración y entusiasmo, nos adentramos en el estudio de movimientos precisos y estrategias de lucha. Era una oportunidad única para poner en práctica todo lo aprendido y desafiarnos a nosotros mismos en un ambiente seguro y respetuoso.

Durante la clase, nos encontrábamos todos reunidos alrededor del Maestro, completamente absortos en sus palabras e instrucciones. La escasa luz en el entorno realzaba aún más el círculo que formábamos, creando un ambiente íntimo y enfocado. Sin embargo, en un instante, todo cambió de manera abrupta.

De repente, alguien irrumpió en el círculo con un grito ensordecedor, dirigiéndose directamente hacia el Maestro. Para nuestra consternación, desenfundó un arma y disparó sin vacilar en el pecho del Maestro. En un abrir y cerrar de ojos, nuestro querido mentor cayó al suelo, víctima de un acto de violencia incomprensible.

El impacto de la escena nos dejó estupefactos, pero inmediatamente nos movilizamos para proteger al maestro herido. Mientras nos acercábamos, el resto de los presentes logró capturar al perpetrador del acto atroz. Es aquí donde se desvanecen los recuerdos de esta pesadilla que me ha dejado un profundo impacto.

Durante un entrenamiento en el gimnasio, me acerqué al Maestro y compartí con él mi pesadilla. Su rostro reflejó sorpresa al escucharla, y afirmó que se tomaba estos sueños muy en serio. Decidió que era momento de atender su salud y se comprometió a realizarse un chequeo médico, específicamente relacionado con su corazón, una preocupación pendiente desde hacía tiempo. Todo lo que le había contado parecía ser una advertencia sobre su bienestar físico. Este encuentro nos recordó que los sueños pueden ser mensajes sutiles del subconsciente y que prestar atención a las señales que nos envía nuestro cuerpo es esencial para nuestro cuidado y equilibrio en la vida.

En repetidas ocasiones, me he encontrado con la presencia de amigos o personas conocidas en mis pesadillas. Esta recurrente conexión me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de compartir estas experiencias con ellos. Al hacerlo, podríamos desentrañar el significado oculto detrás de esos sueños inquietantes. Quizás, en un acto de sincronicidad, nuestras pesadillas nos están advirtiendo sobre situaciones que estamos ignorando en nuestras vidas.

Compartir nuestras experiencias podría ser una forma de brindarles una oportunidad de introspección, permitiéndoles examinar aspectos de sí mismos o situaciones que podrían tener consecuencias negativas. Al abrir el diálogo, podríamos ayudarles a identificar aquello que están pasando por alto, brindando una perspectiva adicional y la posibilidad de tomar medidas preventivas.

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morganvasquez
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